VERÓNICA PALMIERI (1974)
En el 2000 egresa de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y se muda a Londres donde se desempeña como ilustradora. Trabaja mayormente para el Reino Unido y Europa.
En el 2004 regresa a la Argentina y a fines de ese mismo año nace su primera hija, en ese momento la pintura se abre paso con urgencia y comienza a desarrollar un cuerpo de obra.
En el 2008 asiste a los encuentros de análisis de obra coordinados por Silvia Gurfein y Valeria Maculan.
En el 2009 le otorgan la beca de perfeccionamiento para artistas jóvenes del Fondo Nacional de las Artes.
En 2010 asiste al taller “El texto de la obra dictado” por Silvia Gurfein.
Continúa trabajando como ilustradora hasta el 2010, año en que hace su primera muestra individual y desde entonces está concentrada exclusivamente en desarrollo de su obra pictórica.
Actualmente Vive y trabaja en Buenos Aires.
Principales Muestras Individuales:
2021 Recámaras. Galería Machete. México
2017 Huésped. Hotel Bonito Buenos Aires
2016 Ámame. Museo Histórico de Ituzaingó
2015 Convivencia. Elsi del Río Arte Contemporáneo
2010 Vigilia. Bisagra Arte Contemporáneo.
Desde temprana edad articulo el pensamiento de manera simbólica. En un principio fascinada por el simbolismo religioso donde como una enorme contradicción el mensaje no se nos presenta de manera literal sino que se transmite mediante metáforas que expresadas en símbolos actúan como una flecha directo al entendimiento del espíritu. Así comenzaron a convivir de manera sincrética símbolos universales provenientes del hermetismo y otros propios agrupados sin un orden jerárquico, esta vez no al servicio de la búsqueda de un Dios lejano – a quien siempre encontré en la naturaleza – sino en el intento de acercarme a la humanidad. Es la naturaleza humana y su dualidad lo que me ocupa, mis esfuerzos consisten en reunirme con esa parte que permanece oculta, que subyace y que se manifiesta desde la intuición, los sueños, los síntomas, etc.
Encontré en la pintura el medio donde pude fusionar la adoración por las imágenes con el relato simbólico, lo oculto y lo secreto. Una práctica ritualística donde las imágenes se van develando en un proceso lento que no puede apurarse, no solo por la materialidad del óleo sino porque dependen de otro tiempo, de un tiempo que no nos pertenece. Veladura tras veladura las imágenes van abriéndose paso a la superficie, una pintura trae a la siguiente, como si no pudiese existir la una sin la otra. Las concibo como fotogramas de una película sin principio ni fin y puedo entender la existencia a través de ellas, en ese universo se produce un desdoblamiento y soy al mismo tiempo observadora y protagonista. Algunas pinturas toman la forma de talismanes, otras de ofrendas, de deseos y otras de protectores, pero sin duda contienen toda mi fe en la vida y sus ciclos.
Otro eje central son los vínculos y los espacios que habitamos, donde somos vulnerables, estamos desarmados y a veces el peligro acecha detrás de cada muro. Los eventos que ocurren en la intimidad no tienen más mas testigos que los animales con los que convivimos y que guardan celosamente nuestros secretos. La casa y la soledad como espacios conquistados, el sitio donde las mujeres históricamente fuimos invisibilizadas cobra una dimensión diferente al ser el escenario propicio para viajar a todos los mundos; internos, externos, imaginarios y no tanto.
Intento hacer una obra con mis propios recursos de principio a fin, el armado y montaje es casi siempre cosido a mano… es un amor por lo pequeño, por lo posible. La costura es la herramienta que me dieron mi madre y mi abuela y al igual que lo religioso tiene como fin la unión de lo que esta naturalmente separado y me pregunto si parte de la vida conciente no es reunir y aceptar todas nuestras partes, sin dejar de lado las que son mas incomodas. Un sinfín de puntadas y nudos que esconden una intención, una plegaria que se repite de manera mántrica como las cuentas de un rosario.
Así resultan unas imágenes intimistas, de una paleta sin sobresaltos que nos hablan en una voz muy baja, piden cercanía y generan la ilusión de que si uno se acerca lo suficiente tal vez se revele algún secreto que no tiene más intención que permanecer oculto en el universo simbólico y en el mejor de los casos sirva como un consuelo, una caricia o una invitación.

Serie Diccionario de Símbolos




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